A partir de 1974, Richard Easterlin publicó diversos artículos que dieron lugar a la denominada “economía de la felicidad”, que parte de la siguiente comprobación: Los países cuyos habitantes tienen el mayor Producto Bruto Interno per cápita, o sea, los países más desarrollados, no tienen la población más feliz.
Ahora bien, más allá de las críticas, debates y controversias que generó esta teoría, lo primero que uno plantearía seguramente es: ¿Cómo midieron la felicidad? Claramente podemos pensar que es muy subjetivo, ya que aquello que me hace feliz a mí, no es lo mismo que hace feliz a mi compañero, mi primo, mi padre o cualquier otra persona.
Para obtener este indicador se planteó básicamente cuán satisfecho está uno con su vida, en una escala del 1 al 10, y se compararon los resultados en diversos países del mundo.
Paralelamente, la Planificación Financiera Personal busca la consecución de los objetivos de la persona, el armado de estrategias y pasos para lograrlos, tanto desde lo financiero como de su vida en un sentido holístico, que no es otra cosa que apuntar y accionar para lograr su bienestar.
¿Qué gatilladores nos dan la Economía de la Felicidad y la Planificación Financiera Personal, que podamos aplicar en nuestras vidas?
Sin importar nuestra edad, sexo, raza, religión o si vivimos en México, España, el Himalaya o Argentina, ambas disciplinas nos pueden ayudar a alinear nuestros esfuerzos para lograr nuestros objetivos, más allá del dinero.
Ambas disciplinas (la Economía de la Felicidad y la Planificación Financiera Personal) van mucho mas allá del análisis y operaciones económico-financieras, las inversiones o flujo de efectivo de las personas.
No hay una única receta para ser feliz, ni tampoco hay un sólo procedimiento de comportamiento financiero para todos, debido a que tanto el concepto de felicidad como el plan financiero son únicos y flexibles a la vez.
Único, por cuestiones de individualidad y flexible, ya que lo que nos hace felices hoy tal vez no sea lo mismo que dentro de 10 años; y mis metas hace 5 años quizás sean algo diferentes dentro de 3 años.
Tal como lo formuló el poeta Aldo Pellegrini: “lo único permanente es el cambio”.
Por lo tanto observamos que Economía (entendida básicamente como la generación de bienes y/o servicios) y Finanzas(administración del dinero y los activos), tanto en sus versiones macro (o sea, la economía del país, las finanzas del país), como micro(esto es, en materia doméstica) son necesariamente complementarias.
También notamos que en relación a la Planificación Financiera Personal en nuestro país, hay algunos conceptos a priori errados como:
- La disciplina se aplica solamente para quienes tienen un patrimonio importante, de más de seis ceros.
- Únicamente se trabaja sobre las finanzas de la persona, es decir, se resume a ingresos, egresos, ahorros e inversiones.
- ¿Quién más va a conocer sobre el manejo de mis finanzas y mi vida que yo? No necesito un Asesor, Consultor o un Coach.
Ahora bien, retomando La Economía de la Felicidad, si desmenuzamos los Estudios de Easterlin a nuestra sociedad, familia y hasta llegar a nosotros mismos, podemos pensar, ¿y si en vez de esperar a que vengan a medir la felicidad desde una institución la medimos nosotros mismos? ¿No sería más fácil?
¿Somos felices?….¿nos detenemos para pensarlo?, ¿no tenemos tiempo para pensarlo y analizarlo en profundidad?, ¿cuánto tiempo?, ¿hace falta tomarse medio año sabático?, ¿o será necesario meditar y lograr paz interior haciendo Yoga o ZaZen?
¿Hace falta que me vaya mal en el trabajo, en mi negocio, con mi familia y llegar a una crisis para replantearme mi vida? Definitivamente no.
Tengo que pensar cuando me esta yendo bien, esto ya es parte de la Planificación.
Pensemos algo juntos: ¿Qué es lo que todos tenemos en común?. Que queremos ser felices.
Tal como planteábamos, si bien la Economía de la Felicidad no está ampliamente difundida y el mayor ejemplo de la disciplina es Bután, un pequeño país al sur de Asia, no pretendo que se mida en nuestros países la Felicidad Nacional Bruta (FNB, el indicador de ese país) en vez del PBI, sino incorporar el concepto de que la felicidad no depende directa ni exclusivamente de la riqueza sino de la armonía, las expectativas y logros que tenemos a lo largo de nuestras vidas.
Entonces lo que se plantea es la mirada introspectiva que ya no va a estar ligada a la crisis del país, a las dificultades en los compromisos de pago, al crecimiento económico, a la venta de commodities, sino qué me hace feliz y cuán satisfecho estoy con la vida que tengo.
Y en relación a la Planificación Financiera Personal, ya la pregunta no será única y exclusivamente ¿cómo hago previsiones?, ¿cómo no devaluarme?, ¿cómo resguardo mi patrimonio?, ¿qué negocio puedo desarrollar, emprender, mejorar?, ¿invierto o espero?, o ¿cuáles son las alternativas de inversión en un contexto recesivo?, sino qué es lo que quiero lograr con mi vida y alinear los recursos que tengo a mi alcance y los que necesito para conseguirlo.
¿Mi objetivo es tener un millón de dólares?… ¿eso me va a hacer feliz?…
¿Ya tengo mi primer millón? ¿Soy feliz o quiero más?… las herramientas están planteadas.